Cómo tener empatía. - Eki - asesoría
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empatía

Cómo tener empatía.

La empatía tiene como base la inteligencia emocional

Hablando de empatía podemos comenzar con algo que Freud escribió: «Las personas no pueden guardar ningún secreto. Si sus labios callan, chismean con la punta de los dedos; la traición se abre paso a través de todos los poros”.

Pero aunque todos comuniquemos sin querer lo que sentimos, no todos estamos preparados para percibir lo que nos están contando. A veces a gritos.

Para poder recibir lo que siente el otro necesitamos tener empatía. A veces se entiende equivocadamente que la empatía es ponerse en el lugar de otro y saber qué está pensando. Pero no, lo que es la esencia de la empatía es percibir lo que el otro está sintiendo sin que nos lo diga.

Practicar la empatía.

Si no hemos nacido empáticos por naturaleza se puede aprender a practicar la empatía. Es importante tener engrasada esta capacidad de percibir lo que se nos está comunicando sin palabras. Para ello es necesario haber trabajado previamente los fundamentos de la inteligencia emocional, que son el autoconocimiento y el autodominio. No podemos identificar qué siente otra persona si no somos capaces de conocer nuestras propias emociones, ponerles nombre y poder controlarlas, esto es, evitar que nos dominen ellas.

La clave es el autoconocimiento.

Por ejemplo, si yo soy consciente de cuándo siento ira y cuál es el motivo que hace que se dispare esta emoción en mi, si soy capaz de reconocerla, admitirla y dejarla ir, podré también reconocer cuándo otra persona está sintiendo esta emoción, la ira, y seré capaz de acompañarla en su proceso, sin intervenir, dejando que tenga su propia vivencia.

Sin embargo, cuando falta esta sensibilidad hacia las emociones del otro, las personas nos desconectamos. El no ser capaz de identificar las emociones nos lleva a la torpeza social, ya sea por haber interpretado mal los sentimientos ajenos, ya sea por una franqueza mecánica e inoportuna o una indiferencia hacia los sentiemientos de los demás, porque no los entendemos, que hace imposible la afinidad.

Entonces aconsejamos inoportunamente sin que nadie nos pida consejo, nos enfadamos porque no entendemos que alguien diga o haga algo que nosotros, desde nuestra percepción, no diríamos o haríamos y no tenemos sensibilidad hacia el sentimiento de los demás.

La empatía en la empresa.

La empatía es importante en todos los aspectos de la vida, y por supuesto, también en el ámbito laboral. Una empresa en la que se valora la empatía tendrá una mayor conexión con su clientela y evidentemente, repercutirá en sus resultados.

¿Para qué sirve la empatía en el trabajo?

  • Es importante comprender a los demás: con empatía podemos percibir los sentimientos y la forma de ver las cosas de los demás, y podemos interesarnos de verdad por lo que preocupa al otro.
  • Es primordial orientar a la empresa al servicio: con empatía podemos prever, reconocer y satisfacer las necesidades de la clientela, lo que siempre dará valor añadido a nuestra oferta.
  • Podemos ayudar a los demás a desarrollarse: percibir las necesidades de desarrollo de las demás personas que integran la empresa y ayudarles a fomentar esta capacidad.
  • Es muy útil para aprovechar la diversidad: Si somos capaces de entender las cuestiones desde diferentes perspectivas y puntos de vista estaremos enriqueciendo nuestra forma de ver el mundo y seremos capaces de ver más oportunidades en todo momento.
  • Con ella tenemos conciencia política: con empatía seremos capaces de interpretar las relaciones laborales y sociales de una empresa. Como decía una buena maestra de liderazgo: “las relaciones más importantes en una empresa se tienen en la máquina de café”.

Cómo puedo aumentar mi empatía con los demás:

Hay muchas maneras en libros de psicología que hablan de este tema. Hoy me gustaría recomendar uno que tiene muchos años y no por ello deja de tener interés y utilidad. Es el libro de Dale Canergie: «Cómo ganar amigos e influir en las personas».

Aunque tenga un título algo políticamente incorrecto, no deja de ser un tratado de empatía aplicado, y eso es lo que me gusta, que sea tan directo, sencillo y vaya al grano. No se dedica solo a dar explicaciones sino que va directamente a la acción.

REGLA 1: INTERÉSATE SINCERAMENTE POR LOS DEMÁS.

Qué fácil es decirlo ¿verdad? pero cuántas veces después de preguntar ¿Qué tal? esperamos con interés una respuesta de la otra persona. Es mas bien un trámite necesario para pasar a lo que de verdad nos interesa. Bien, prueba a preguntarlo y a esperar la respuesta, a poner la mente en blanco y solamente escuchar lo que te puedan decir. Y a preguntar más, por ejemplo si alguien te contesta «Bueno, tirando, hemos estado con mi madre en el hospital un par de días» puedes decir ¿Y qué ha ocurrido? ¿Y cómo te sientes por ello?, pero de verdad, dejando tus intereses y escuchando lo que te estén contando.

REGLA 2: SONRÍE.

Al saludar a alguien sonriendo le estamos diciendo «Me gustas, me alegro tanto de verte». Y con ello ta te has ganado a esa persona.

Y puedes decirme, ¿Y qué pasa si no tengo ganas de sonreír? Pues entonces te puedes esforzar en sonreír aunque sea algo mecánico, haz como si estuvieras feliz y eso contribuirá a hacerte feliz. Está demostrado científicamente que la acción y el sentimiento van juntos, si se regula la acción (si actuamos como si) que es lo que podemos controlar, podemos así regular en sentimiento, que normalmente se escapa de nuestra voluntad.

Lo que tenemos, lo que somos, dónde estamos o lo que hacemos no es lo que nos hace felices o desgraciados. Es lo que pensamos acerca de todo ello lo que nos hace felices o no con lo que nos está pasando.

REGLA 3: RECUERDA Y REPITE EL NOMBRE DE SU INTERLOCUTOR.

Todos respondemos automáticamente al sonido de nuestro nombre y escucharlo en labios de otra persona nos encanta. El nombre pone aparte al individuo, nos hace sentir únicos: cualquier pregunta o información que damos toma una especial importancia cuando añadimos el nombre de la persona a la que nos dirigimos. Fíjate en ello la próxima vez que tú lo hagas y nota qué sientes si alguien dice tu nombre en una conversación.

REGLA 4: SÉ UN BUEN OYENTE. ANIMA A LOS DEMÁS QUE HABLEN DE SÍ MISMOS.

La persona que solo habla de sí misma solo piensa en sí. Y eso hace que no sea alguien agradable para los demás. Si quieres ser reconocida como una persona buena conversadora sé una persona oyente atenta. Pregunta cosas que los demás deseen responder y recuerda que la persona con quien habla está cien veces más interesada en sí misma, en sus necesidades y en sus problemas que en ti y en tus problemas.

El libro tiene más reglas pero de momento con estas cuatro ya tenemos un buen entrenamiento. Estoy segura de que sin las pones en práctica, notarás cómo cambia tu relación con las personas en las que las aplicas.



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